Las personas suelen manifestar preferencia hacia ciertos colores determinados, con los que se identifican y que suelen utilizar en su vestuario o la decoración de su casa. De este modo, se intenta expresar y exteriorizar la personalidad mediante los colores elegidos. Estas pautas de comunicación a través de los colores han sido estudiadas científicamente y se ha demostrado que ciertos colores transmiten un tipo de energía diferente que influye en el estado anímico de las personas. Debido a esta relación estrecha entre color y las sensaciones, es importante tener en cuenta los colores que se utilizan en la decoración de la casa.
La casa se divide en estancias donde se desarrollan actividades distintas por lo que los colores expuestos en cada habitación variarán según la sensación que se quiera conseguir. Un ejemplo de habitaciones con funciones totalmente opuestas es el del salón y el dormitorio; el primero es un lugar de mucha actividad, mientras que en el segundo se busca la relajación, por lo que no conviene emplear los mismos colores para las dos estancias. Comprendiendo y sabiendo qué energías transmite cada color y de qué modo afectan al estado anímico se puede elegir adecuadamente el color de las paredes y de la decoración de cada habitación de la casa.
El rojo, por ejemplo, es un color que simboliza alegría, sensualidad, pasión y amor. Es un color muy intenso a nivel emocional que aporta vigor y fuerza, mejora el metabolismo humano, aumenta el ritmo respiratorio y eleva la presión sanguínea.
La energía vital que transmite el color rojo es ideal para estancias como el salón, el comedor o la cocina porque se asocia con lugares de mucha actividad y fomenta la creatividad. En algunas culturas el color rojo representa la suerte. La decoración en color rojo debe ser sutil ya que un exceso de este color puede provocar ansiedad, agitación y tensión.
A lo largo de las próximas semanas continuaremos con comentarios sobre las energías que transmiten otros colores.
