Las flores aportan una gran vida a la estancia en la que se encuentran además de ayudarnos a dar un toque personal a nuestro hogar. Cada flor transmite una sensación distinta y por este motivo no debemos descuidar los recipientes en los que se encuentran, ya que de éstos dependerá en gran medida el efecto visual que resulte.
En el mercado podemos encontrar una gran variedad de estilos de jarrones puesto que son elementos decorativos muy versátiles gracias a la diversidad de formas, tamaños y colores que poseen. Además también los tenemos de diferentes estilos: modernos, clásicos, orientales… Por este motivo, es importante que el jarrón que vayamos a utilizar como florero posea el estilo y las tonalidades adecuados a la sala en la que vaya a permanecer ayudándonos así a ornamentar adecuadamente nuestros rincones favoritos de la casa.
Tampoco debemos olvidar que la elección del recipiente en el que colocaremos las plantas debe hacerse de acuerdo al estilo de éstas para que, de este modo, ninguno de los dos vea mermado su protagonismo. Las que posean un tallo largo han de colocarse en jarrones altos y delgados para evitar así que se doblen.
Si lo que tenemos es un jarrón más bien amplio y achatado en tonos tierra podemos mezclar las flores con otros elementos como paja, frutos secos o arena y obtener un toque rústico y sofisticado para nuestro hogar. Por otra parte, si el jarrón es de cristal podemos llenarlo de agua y colocar velas flotantes junto a las flores (o pétalos de éstas) y conseguir, de esta forma, un centro de mesa elegante y original para nuestras cenas.
Los jarrones de mayor tamaño quedarán perfectos en las esquinas de la estancia, evitando que el espacio que ahí queda dé sensación de vacío. Es una forma perfecta de aprovechar este espacio, muchas veces olvidado. Asimismo, existen jarrones que por su propio aspecto no necesitan ningún otro aditivo para destacar sobre el resto de la habitación. En este caso, es recomendable no añadirles ningún otro elemento para evitar que quede recargado.